Estos sonidos generan cierto debate en casa, que nosotros somos más guitarreros, pero merecen que les prestemos atención. La factoría de Matthew E. White está llenando esta primavera de canciones de apariencia vintage, de coros góspel, de violines y trompetas. White es el autor de uno de los discos más aplaudidos este año, Fresh Blood, en el que mezcla con dulzura y sensibilidad retazos de soul, góspel y rock sureño, y en el que se luce con orquestaciones que deben mucho al sonido de finales de los sesenta y, sobre todo, primeros setenta, diríamos que con guiños sobre todo a la música negra de entonces, pero también, en cierto modo, al estilo de Paul McCartney (y alguna coda que la que viene a continuación y recuerda al nanananá la de Hey Jude). A ratos suena como las bandas sonoras de series de televisión de los setenta, o a musicales de la época, otros ratos crees estar en una Iglesia baptista, en algún momento parece el hilo musical. Pero rebosa belleza. Es un disco de tono tristón, por las letras que aluden a tragedias varias (incluidos los abusos sexuales o la muerte de Philip Seymour Hoffman) y por la voz profunda y frágil de White, pero el músico convierte ese dolor en luz, en esperanza. Para que os hagáis una idea, esto es Feeling Good is Good Enough.
Pero es que de la factoría de White, llamada Spacebomb, situada en Richmond (Virginia), nos llega esta otra maravilla. Un disco muy suavecito y melancólico, bonito a rabiar, de Natalie Prass en el que también abundan las orquestas de cuerdas y vientos y que se llama como esta chica. Esto que suena es My Baby Don't Understand Me, aquí en versión acústica.
Vayamos con lo que se ha dicho en la crítica de ambos álbumes, que han llamado mucho la atención.
Aquí estamos con nuestro blog sobre los Beatles, los 60 y la buena música de todos los tiempos. Esta familia melómana quiere compartir con vosotros la banda sonora de nuestras vidas. Nuestros hijos nos están creciendo según nos acompañan en este viaje a la década prodigiosa en la que nacieron sus padres y de la que nunca despertaremos.
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