¿Es Wilco la banda de rock más influyente del mundo? Así lo afirmaba Babelia, el suplemento literario de El País, para sorpresa de muchos de sus sesudos lectores. Sí, Wilco es lo más importante ocurrido en la música en los últimos años, y lo confirmamos ahora nosotros convencidos tras presenciar su impresionante actuación en el Circo Price de Madrid el 1 de noviembre. Escribo esto aúnboquiabierta por lo que he visto, oído y vibrado. Me esperaba un correcto concierto en el que mandara el folk, las cancioncitas suaves que llenan su último disco, y vuelvo electrizada por las tormentas de guitarras rabiosas (marca de la casa) que conviven bien con los arpegios y los susurros, y que han convertido a la banda de Chicago en algo único.
Hacía demasiado tiempo que alguien de nuestra generación, por debajo de la edad jubilable de nuestras maduritas estrellas habituales en este blog, no nos impactaba así. Jeff Tweedy, sí, sépanlo, es un par de meses más joven que yo. Por fin alguien de nuestra quinta al socorro de los huérfanos del buen rock. Y alguien que arriesga, que se sale de la mediocridad reinante, que rompe prejuicios. Vayamos escuchando uno de los temas más aplaudidos, Impossible Germany, en una actuación de 2009. "No conoce el siglo mejor solo de guitarra que ese de Nels Cline", en opinión de Fernando Neira.
Wilco ha transitado desde el country alternativo de sus inicios en 1994 (tras salir Jeff de otra banda del género llamada Uncle Tumpelo) hasta un rock del bueno, con mayúsculas y sin apellidos, que es el de siempre pero a la vez es muy innovador. Dicen que su sonido se ha dulcificado ahora porque Jeff se ha curado de terribles cefaleas que quizás explicaran sus obras más desasosegantes...
En este grupo tiene mucho mérito el bueno de Nels, un guitarrista que venía del jazz experimental incorporado en 2004 y con cada vez más peso en el sonido del grupo. También el bajista John Stirrat, único superviviente con Jeff de la formación original de 1994. El resto de miembros (Glenn Kotche, Pato Sansone y Mikael Jorgensen) mantienen un altísimo nivel, gente de sonido impecable en el estudio de la que se crece en directo. Wilco se convirtió en 2002 en icono del fenómeno de la música independiente: su cuarto disco, Yankee Hotel Foxtrot, no gustó a su discográfica, a la que le parecía demasiado poco comercial, así que se marcharon con el material bajo el brazo, lo colgaron en la red, triunfaron y acabaron fichando por otra filial de Warner. Desde entonces están en la cumbre, con formación variable, pero con cultura de grupo y de trabajo en equipo.
Su sonido remite a ratos a Dylan, Lennon o incluso a Simon y Gartfunkel, otras veces a Hendrix, al primer Pink Floyd o a Grateful Dead, todo fluyendo con naturalidad. Convence por igual a los amigos de las canciones bonitas y a los hambrientos de guitarras distorsionadas. Las canciones son viajes entre lo rural y lo urbano, desde el cantautor de carretera de guitarra al hombro a la explosión de psicodelia que remite a los buenos años 70; la calma y la tempestad juntas. Por ejemplo este Via Chicago que tan bien sonó en el Price: Jeff seguía susurrando la misma suave melodía sin que le interrumpan los truenos eléctricos. Fue uno de los momentos más emotivos de la noche, que rescato aquí de una grabación en Barcelona hace un año, porque en Youtube no hay rastro (en calidad aceptable) de esta noche madrileña. (Aprovechad para aprender catalán con los subtítulos, mejor eso que nada).La crítica ha sido unánime al rendirse al poderío de Wilco en el Price. "A día de hoy, no cabe imaginar nada más intenso sobre un escenario, ningún hechizo tan superlativo", afirma Neira en El País. "Anoche, ante un Circo Price en éxtasis, cayeron dos docenas de piezas en las que se quintaesencia la música popular de los últimos 40 años, a modo de apresurado y magistral vademécum de cuanto ha acontecido y acontecerá en el ideario yanqui". En El Mundo, escribe Pablo Gil sobre "Wilco del gran poder": un "concierto memorable" que sació las más altas expectativas, una "incandescente actuación". En ABC decía Pablo Carrero: "Desde hace casi una década Wilco es el grupo del momento, la banda de la que todo el mundo habla". Su concierto fue "encendido, poderoso e intenso".
"Wilco te apuñala y te desangra mientras te arroja a sus brazos y te susurra al oído que todo está bien, que no hay nada que temer", escribe en Rolling Stone David Gallardo, quien percibe un vínculo especial entre músicos y espectadores: "No es éste un público fácil de convencer: sabe a lo que ha venido y ha escuchado mucha música hasta dar con una banda como Wilco, capaz de colmar todos sus anhelos y expectativas. Son como dos amantes que se encuentran después de decenas de desengaños y saben que ahora que se han descubierto el uno al otro ya no tienen opción".
Incluso al sabio Diego Manrique le cuesta encontrar etiquetas estilísticas para lo visto, dado lo inclasificable del fenómeno: "La potente delantera de guitarras (tres, en bastantes momentos) de Wilco hace pensar en californianos delirios hippies de finales de los sesenta. Un breve espejismo retro: en sexteto, Wilco no es deudor de ninguna era dorada específica. Las canciones pueden obedecer a patrones convencionales pero son simples pistas de despegue para desarrollar arreglos intrincados, monumentos de diez minutos donde se aprecia la asimilación de elementos del pop, el ruidismo, la new wave, las máquinas, el kraut rock, la psicodelia clásica" (...).
El concierto se abrió de forma osada: con esta bella y tranquila pieza llamada One Sunday Morning, que solo dura 12 minutos. Esta vez disfrutemos cómo sonó esta apertura hace pocos días en Manchester.
Dicen que los seguidores de Wilco nos dividimos en dos: los amigos de las baladas y los del ruidismo. Yo en teoría debería estar entre los primeros, pero en directo no hubo discusión, porque todos salimos satisfechos. Y eso que algunos iban mosqueados. El nuevo disco de Wilco, recién salido del horno, se llama The Whole Love. Es una especie de álbum blanco a su manera, porque se aleja de los excesos psicodélicos anteriores y busca la belleza en la sencillez. Abundan las canciones bonitas de tiempos lentos, aunque se cuela alguna descarga eléctrica perturbadora. En general es un disco más pop de lo habitual, con muchas piezas de aire sesentero y setentero. Por ejemplo, Capitol City remite por todas partes a los Beatles, en concreto con el acento de Paul en Lovely Rita; del mismo modo que I love my label suena a medio camino el John de Dear Prudence y el Dylan de Like a Rolling Stone. Y también me agrada el aire retro este I might, con ese órgano al estilo de los Doors y esa voz que me recuerda a Bowie. Aquí lo recupero tal y como lo interpretó hace muy poco en el programa de David Letterman en la CBS, porque así lo vemos y oímos bien.
En fin, que los discos de Wilco quizás se sometan a debate, pero sus conciertos no: absoluta unanimidad. Wilco nunca va a ser número uno de Los 40, eso lo sabemos, porque quizás está fuera de su tiempo y muy lejos de las modas. Sí creemos que estará en la historia de la música. En nuestra pequeña historia desde luego que figurará esa noche del Price el día de difuntos. Desde luego, hay que estar muerto para que no te agrade este sonido que inunda tus oídos.
Hola Angélica. Enhorabuena por el blog. Me gusta la música y sobre todo leer sobre música y demás. A Wilco no le llego a coger el gusto. ¿Qué disco recomendarías a un desconocedor de su discografía?. Yo soy más de rock, pero me hago a cualquier cosa, con calidad...eso sí :)
ResponderEliminarSaludos!
Wendro, gracias por seguirnos. Un buen álbum para iniciarse con Wilco es "A ghost is born" por su potente arranque y la enigmática "Spider". Si buscas una panorámica de su obra, el directo "Kicking television. Live in Chicago" da una idea clara e incluye la gloriosa "Via Chicago". Su último álbum, en todo caso, se deja oír muy bien: se llama "The Whole Love". Y, por último, yo diría que esto es rock. Experimental a ratos, pero rock.
ResponderEliminarGracias Angélica. Me pondré a ello, aunque lo que he ido escuchando me ha parecido muy suavecito. Veré(escucharé) lo que me recomiendas. Gracias!!
ResponderEliminarEs que su sonido es, en general, suave. Pero algunos arrebatos guitarreros rompen esa paz y acaban enganchando. Mucha atención a los punteos
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