jueves, 24 de noviembre de 2016

Adiós a un grande: el último viaje de Paul Simon triunfa en Madrid (no comparen con Dylan)

Era una de las poquísimas grandes estrellas que nos quedaban por ver (de las que podemos ver vivas, para Elvis tendremos que esperar la máquina del tiempo). Paul Simon, el talento creador y la voz grave de Simon & Gartfunkel, el hombre que nos descubrió África para la World music en los ochenta, reaparecido ahora con un disco meritorio, recorre el globo con la que, avisa, puede ser su última gira mundial. Normal, que este señor del folk cumple los 75 años y no es plan estar todo el día en la carretera o en los aeropuertos. Así que era una ocasión histórica. Hacía 25 años que no paraba en España. Lo hizo: pudimos disfrutar de un trabajadísimo concierto en el BarclaysCard Center (preferimos llamarlo el Palacio de los Deportes) el pasado 18 de noviembre.



Simon lleva tiempo fuera de los focos, pero es una figura clave del siglo XX, a la altura de muy pocos (en lo suyo, Dylan y poco más). Su voz ya no está para excesos, y tiene que bajar algunos tonos las canciones que entonaba con Gartfunkel, pero es un profesional como la copa de un pino. Banda solvente, con nueve músicos, que añade gotas de africanismo a algunos de sus temas que no los tenían originalmente. Repertorio bien elegido, de menos a más. Final soberbio (¡diez bises en cuatro regresos al escenario!) repleto de clásicos. Dejó un gran sabor de boca. Y la experiencia de habernos encontrado, por fin, con alguien que, escribe Fernando Neira, "es un veterano divino, uno de esos escasos seres humanos que sobrevivirá a la ignominia del olvido". Iremos viendo algunos vídeos, algunos piratillas (lo que duren en Youtube, ya sabéis cómo es esto) como el anterior de The Boxer, y algunos de mejor calidad, como este, de esta misma gira pero en Austin, del africano y muy bailable You Can Call Me Al. Y entre uno y otro comentamos lo que vivimos en Madrid.



La gente quiere mucho a Paul Simon. Como cuenta Ulises Fuente en La Razón"pertenece a esa mitad educada, culta y respetuosa de esos Estados Unidos partidos en dos hoy en día". Cierto: en una entrevista previa con Fernando Navarro en El País el músico había dejado claro su disgusto con la victoria de Donald Trump. "Temo las consecuencias de su elección. Respeto a quienes le han votado, pero solo veo en él un tipo autoritario, sin escrúpulos a la hora de mirar a su país y al mundo. La pregunta es: ¿qué nos pasa como país?". Nos esperábamos una reflexión así de alguien tan comprometido. Pero vayamos con el concierto y su contexto.


La primera noticia es que Simon tiene un disco nuevo interesante, muy meritorio cuando uno lleva más de medio siglo de carrera a las espaldas. Se llama Stranger to Stranger y nos confirma que este explorador musical sin fronteras (¡hasta hay flamenco!) no se ha sentado a vivir de las rentas. Dice Rafa Cervera en su crítica que es un álbum "a la vez exquisito y juguetón, vivaz y sombrío, contagiado de una actitud sorprendentemente moderna". Suena así uno de sus mejores temas, que se llama Wristband.



Así que Simon tenía algo nuevo que aportarnos, pero hemos de decir que en el concierto no se puso pesado con los temas nuevos, consciente de que a la gente le encantan sus clásicos, los del dúo memorable con Gartfunkel y también los de Graceland, ese disco revolucionario en que miró a la Suráfrica negra (se le acusó de romper el bloqueo al apartheid, cuando en verdad lo que hizo fue lanzar la música de Soweto, o sea, dar voz a las víctimas del régimen racista).
Pasadas las ocho de la tarde, hora extraña en estos lares, Simon empezó suave. En palabras de Neira, "se nos puso tímido. Recatado. Pudoroso. El volumen al que ofreció en un principio su concierto habría servido para una sala mediana, pero no para el Barclaycard Center. Guardábamos silencio reverencial, expectante, y en esas Simon optó por el pianissimo".
El primer tema que cantó fue The Boy in the Bubble, de Graceland, y empalmó con una antigua y muy recordada: 50 Ways to Leave Your Lover, de 1975. America fue la primera de las que hacía con Gartfunkel, y siguió con otro clásico, este de aire jamaicano, que apuntaba ya en 1975 su gusto por el mestizaje. Se trata de Mother and Child Reunion. En Madrid sonó así:



Entre los primeros temas escuchamos también el Stranger to Stranger que da nombre a su último disco, y en el que le acompañaron el bailaor Nino de los Reyes y  Sergio Martínez al cajón. Muy gitano quedó esta pieza, como podéis ver aquí:



Muy interesante, sí, pero había ganas de clásicos. Así que hubo bastantes más: en la parte central del concierto cayeron, de un tirón, Homeward Bound y El Condor Pasa (If I Could). Ya, faltaba Gartfunkel, no lo vamos a decir más. Pero Simon aguanta el desafío que cantar solo esas canciones pensadas para dos voces tan complementarias. Y así se fueron sucediendo los mejores temas de los 60 y 70, y muchas piezas del Graceland de 1986. El concierto estándar terminó con ese You Can Call Me All que ya hemos oído antes.



Esperábamos bastantes bises, porque habíamos echado un ojo a la setlist de sus conciertos anteriores y sabemos que pertenece al grupo de los más enrollados. Pero es que además en Madrid estuvo especialmente generoso. Cuatro veces volvió al escenario. Y no tuvo reparos en regalarnos sus temas más memorables: Still Crazy After All This Years, The Boxer, un sobrecogedor The Sound of Silence solo con su guitarra e incluso cerró con Bridge Over Troubled Water, en principio difícil de encajar en su voz. Dio igual: se apañó a base de oficio. Fue el éxtasis.





Nos fuimos felices, conscientes de haber recibido más de lo que esperábamos en dos horas y media largas. Aquí enlazamos la setlist con todas las canciones (29, no está nada mal) de una noche para el recuerdo.

La polémica final: ¿Simon contra Dylan?

Ojo que entre la crítica no todo iban a ser rosas: nuestro admirado Diego A. Manrique era irónico en un artículo en El País en que proponía el premio Nobel para Simon en vez de Dylan. Pero añadía: "Problema: Paul tampoco está muy lozano como vocalista. Y que resuelve de aquella manera la presentación de su polimórfico repertorio en directo, hoy tocado con una banda de pachanga deluxe".
Sonó tan duro que Diego quiso matizarlo en su perfil de Facebook: "Primero debo explicar lo de 'pachanga deluxe'. Ningún problema con la pachanga. Disfruté con el concierto de Paul Simon e incluso BAILÉ, una ocurrencia rara en mí. Pero luego reflexioné sobre la banda y me pareció que ofrecía el tipo de sonido internacionalista que ha dado mala fama a la World music: brillantes músicos cumpliendo y más, haciendo remates y breaks para que no olvidemos lo que son capaces de hacer. Y comparé -era inevitable, estábamos en el mismo recinto- con el concierto de Dylan en 2015: Bob también tiene un repertorio heterogéneo pero su banda aporta coherencia al llevarlo todo a su territorio. Lo de Paul Simon es un show para complacer, lo de Bob Dylan es lo-tomas-o-lo-dejas. Sospecho que Simon es un gran artesano, que técnicamente factura mejores discos que los de Dylan, pero éste es un artista más grande. Creo que Picasso acertaba con aquello de 'el principal enemigo de la creatividad es el buen gusto".
Bueno, ya empezábamos nosotros este post poniendo a Simon a la altura de Dylan. Admitimos que el segundo ha sido mucho más influyente (quizás el más influyente de su tiempo junto a nuestros amados Fab Four), pero sin embargo constatamos que Simon llega en mucha mejor forma al siglo XXI. Lo prueban los vídeos anteriores, los de temas nuevos y añejos, cuando hace demasiado tiempo que no vemos al Dylan que nos emociona. De Dylan, a quien consideramos un dios, pero ante el que tenemos derecho a blasfemar, ya os contamos que tenemos un mal recuerdo de su paso, 1989, por el Palacio de los Deportes de sonido infame de ese tiempo, afortunadamente abrasado y reconstruido.
Basta de polémica. Queremos terminar con un gran recuerdo de nuestra adolescencia. Con Simon junto a Gartfunkel. En Nueva York en 1981. Ese disco que nunca nos hartamos de oír. Con Mrs Robinson, uno de los temas que echamos en falta en el concierto (parece que no le gusta mucho tocarla, tampoco íbamos a tenerlo todo). Aquí está recuperado de Youtube.
Gracias por todo, Paul. Te has ganado estar en nuestro recuerdo casi casi a la altura del Paul por excelencia de este blob (¡quién va a ser!). Podéis llamarme Paul.



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