Íbamos dejándonos llevar
Pero la inercia se acabó
Y siguió corriendo el tiempo
Quédate escuchando esta canción
Que yo me tengo que marchar
Que está cambiando el viento
No puedo perder nada
Que vengo de la nada
Y solo vivo provisionalmente
No puedo caer más bajo
Que vengo del fracaso
De acaso ser solo un superviviente
Robe Iniesta, nuestro muy admirado Robe Iniesta, contó estos versos en Nada que perder, una maravillosa canción de su último disco, Se nos lleva el aire, de 2023. No esperábamos que este álbum, glorioso, el mejor de su carrera en solitario, fuera el último de verdad, porque murió el pasado día 10 de forma inesperada. No nos hacemos la idea de que ya no esté.
Ha escrito esto Carlos Marcos en El País: "La trascendencia de Iniesta en la música española es gigantesca. Un caso poco habitual: alguien que viniendo del rock agreste fue conquistando terrenos hasta convertirse en un clásico respetado por todo el mundo. Sus letras, primero de exaltación marginal en la incipiente etapa con Extremoduro y después de una profunda carga filosófica y romántica, se encuentran entre lo mejor del rock español de todos los tiempos. Muchos de sus textos versan sobre el amor romántico. Debajo de ese coraza de tipo malencarado latía un corazón híper sensible, que escribía sobre amores, pasiones y ausencias dolorosas".
Y esta otra pieza de Marcos dice más sobre la muerte en sus letras. "Robe trató el tema de la muerte en su repertorio. Lo podía contar a las bravas: “Que me entierren con la picha por fuera para que se la coma un ratón” (La vereda de la puerta de atrás); o con vuelo poético: “Harto de esperar a que viniera a verme a cualquier hora, sí, la suerte. / Me quedé esperando a que viniera a verme a cualquier hora, sí, la muerte” (Destrozares). Mucho le cantó también a la pérdida romántica, otra suerte de muerte: “Si te vas me quedo en esta calle sin salida” (Si te vas…). Y hablaba del infierno, pero casi siempre como un espacio de visita con perspectiva de salida rápida: “He llorado tanto y he llorado tan adentro. / He llorado tanto, tanto, que he apagado hasta el infierno” (La canción más triste).
Una luz encendida
La claridad perdida
Busco en medio de esta oscuridad
Señales de mí mismo
Sentado en este abismo
Con el que me suelo tropezar
