Debe resultar rentable para el negocio la rivalidad entre las grandes bandas de cada época. Se exageró la competencia entre los Beatles y los Stones, cuando sus miembros eran buenos amigos (y con quien estaban picados de verdad los de Liverpool era con los Beach Boys); el líder de Nirvana Kurt Covain despreciaba a Perl Jam, la otra gran referencia del grunge, a quienes consideraba unos "vendidos"; Oasis y Blur lanzaban discos la misma semana y se dedicaban lindezas como "ojalá cojan sida" en la gran batalla del brit-pop, no hablemos ya del duelo fraticida entre los hermanos Gallagher con sus respectivas bandas, Hight Flying Birds y Beady Eye.
De eso, de dar que hablar para vender más, debe ir el enfrentamiento dialéctico entre Jack White y The Black Keys, dos grandes referencias del rock actual. De otra forma no se entiende que no se reconozcan los méritos dos bandas que beben de las mismas fuentes del blues-rock, que tienen un sonido afín, que se dirigen a un mismo público, que residen y graban en Nashville, la nueva meca del rock, que han firmado algunas de las mejores piezas de lo que llevamos de siglo. White y Black Keys, el señor blanco y las teclas negras, son los autores de los dos mejores discos de este año, lanzados con pocas semanas de diferencia entre mayo y junio, los dos números uno, llamados Turn blue y Lazaretto; ambos han sido estrellas en el fabuloso festival de Glastonbury, del que recuperamos sus mejores momentos.
Oigamos para empezar estas deliciosas piezas de sus nuevos trabajos para ir abriendo boca y entramos después al detalle de su feo intercambio de golpes y a su deportivo duelo en el festival inglés. El temazo del álbum de The Black Keys es este Weigh of love, una larga sinfonía rock que incluye un par de punteos memorables de esos de mano lenta, aunque en algún momento remita al Breath de Pink Floyd. Lo de White es este brutal Lazaretto, en el que canta nervioso, rapeando, y hace rugir su guitarra como hacía con The White Stripes antes de sorprendernos con un violín. Oíd y disfrutad.
La chispa de su pique saltó hace casi un año. La vecindad en Nasville no agradaba al señor White, que sufría por compartir el colegio de sus hijos con la hija de Dan Auerbach, el líder de The Black Keys.
En medio de una batalla legal en torno a su divorcio, se divulgó un email de White a su entonces esposa Karen Elson en que decía: “Mi preocupación con Auerbach es porque no quiero que los niños sufran
nada relativo a esta mierda. Esto
significa que voy a tener que estar doce putos años sentado en sillas de
niños (en el colegio) junto a ese gilipollas con otras personas que intentarán relacionarnos. Así él tendrá la posibilidad de meterse en mi mundo y copiarme”, informó TMZ.
El último episodio de este choque de egos se produjo este mes de junio en un mismo número de la revista Rolling Stone.
miércoles, 9 de julio de 2014
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