martes, 15 de noviembre de 2011

Un baño de amor, pelos y flores: 'Hair' en la Gran Vía

Celebrábamos el 9 de noviembre el Día del Amor dándonos un baño de flower power. Y nada como el musical Hair para cantar a la paz y el amor, y para retratar el espíritu hippy del año 1967, año prodigioso que me trajo al mundo. Siempre nos cayeron simpáticos estos melenudos ingenuos, soñadores y caraduras, que deambulan por Central Park, se entregan a los placeres del amor y las hierbas, que quieren cambiar el mundo y que gritan contra la guerra del Vietnam. Así que nos plantamos en el teatro Arteria Coliseum, al final de la Gran Vía, nuestro Broadway madrileño. Nos encontramos esto:



La película (de Milos Forman en 1979) es una de mis favoritas de todos los tiempos, pero queríamos conocer la versión teatral, que es la original. Salimos satisfechos del teatro, sí, aunque cuando una observa encima de las tablas lo que ha visto en el cine tantas veces, casi desde niña, le chocan mucho las diferencias. Alguna de guión es importante, como os contaremos. En fin, una de las imágenes clavadas en mi retina son las del arranque de la película, con los personajes apareciendo de uno en uno en Central Park mientras se canta la mítica Aquarius.



La versión teatral es la auténtica, porque precede en casi una década a la película. Es decir, no se recreó el año 67 sino que se estrenó en el año 67 en el circuito más alternativo de Nueva York, primero en un club llamado The Cheetah. Se subtitulaba The American Tribal Love/Rock Musical y contaba el presente mientras ebullían los campus y las protestas contra la guerra del Vietnam. Y la obra causó escándalo en la época por su retrato de una juventud desmadrada y por sus desnudos integrales (al final del primer acto, una multitud a la vez). Cómo han cambiado los tiempos, ahora los desnudos no asustan a nadie y la polémica estuvo sobre si se podía fumar en un escenario (aunque no es tabaco ni drogas lo que inhalan durante toda la obra, sino productos de herbolario para no violar la ley)...

La provocadora obra fue un éxito y en 1968 ya estaba en Broadway y en el West End de Londres. Aún así, le llovían demandas por los desnudos, por ultraje a la bandera y por algunos tacos. La música es obra de un tal Galt MacDermot que no ha pasado a la historia de la música como se merece; las letras son de James Rado y Gerome Ragni. Aún así las canciones alcanzaron gran popularidad: el single que combinaba las dos más famosas, Aquarius y Let the sun shine in, del grupo The 5th Dimension, fue número uno en las listas de 1969. Aquí los vemos en unos de esos programas-carrusel de la tele sesentera.



En 1979 se hizo la película de Milos Forman. Pero entre 1967 y 1979 había pasado una eternidad: la ingenuidad de estos hippies en 1967 se tornó en disturbios y barricadas en 1968. En 1970 Lennon proclamaba en God: "The dream is over". El sueño se esfumaba: habían roto los Beatles, habían muerto Hendrix, Janis y Morrison (los tres con 27 años), las drogas ya no se veían divertidas, de la guerra de Vietnam volvían ataúdes, el conservador Nixon había tomado la Casa Blanca... En 1979, cuando se filma Hair, en la calle apenas quedan melenas y flores, sino que asoman los punks. El mundo ya era otro. Así que la película se convierte en una obra de época, que retrata otro tiempo. Y lo hace con mucho encanto. Para empezar, no todo son melenudos: aquí Cloud pasa a ser un tímido chaval pueblerino, más bien pardillo, recién llegado de Oklahoma a Nueva York para incorporarse a filas. Su encuentro con el grupo del provocador Berger y su amor con Sheila alimenta un guión al que dan un par de vueltas de tuerca respecto al teatral.
Me vais a perdonar. No quería destriparos el final pero no he podido reprimirme de insertar aquí el precioso cierre de la película, en la que suena precisamente Let the sun shine in, observaréis que alguien embarca y vuelve muerto de la guerra de Vietnam. Quién va y quién muere cambia entre el teatro y la película, pero para el caso es la misma barbarie. ¡Qué más da! Haz el amor y no la guerra era el mensaje.



La película y su final me sacan alguna lagrimita aún hoy. Vamos a terminar reconociendo el trabajo de esta gente bastante solvente que representa Hair en la Gran Vía, que antes estuvo en Barcelona y que, suponemos, se paseará por España. Esto es, precisamente, la canción Hair. Sabemos que estos melenudos encantadores de 1967 iban a cambiar el mundo, que no lo lograron y que muchos de ellos acabarían, no sé, dirigiendo petroleras o conspirando contra el euro en Goldman Sachs. Pero solo el intento mereció la pena. Si no habéis visto Hair ni en cine ni en teatro ya os estáis dando prisa. No olvidéis empaparos de su espíritu para muchas décadas más. Paz y amor. Para siempre.

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