domingo, 10 de marzo de 2013

Cuando India cambió el sonido de los Beatles

Vale, hemos tardado un poquito en recoger aquí la impactante noticia de la muerte de Ravi Shankar, el muy prestigioso músico indio que enseñó a los Beatles a tocar el sitar, ese instrumento que dio un toque mágico a la fase más innovadora de los cuatro de Liverpool. Para algunos Shankar es el padre de Norah Jones, pero lo cierto es que para nosotros es Norah Jones, con todos los respetos, la hija de Shankar, un maestro de la música universal y no solo por su colaboración con los británicos. Su desaparicion nos lleva a escribir sobre la influencia de India en los Beatles y en otros músicos de los 60, que no fue poca.
Para los británicos, la India había sido la joya de la corona, independizada en los años cincuenta, y su cultura despertaba gran interés en la antigua metrópoli desde la era victoriana, con figuras literarias como Kipling y Tagore y todas esas películas de aventuras exóticas. Ya sabemos cómo son los ingleses de hábiles para absorber y readaptar toda influencia cultural exterior. La de su ex colonia más poblada y fascinante, con más motivo.
¿Y qué estaba pasando allí? En 1964 muere Nerhu, héroe de la independencia y el primer primer ministro de la república, y en 1966 ocupa su lugar su hija Indira Gandhi, una mujer en el poder, un gesto de modernidad inaudito en la época. Pero la tensión entre hindúes y musulmanes rompe lo que había sido la gran India y da lugar a dos nuevos países: Pakistán y Blangladesh, del que volveremos a hablar. En Occidente, desde 1965 se advierte un interés de las emergentes bandas de pop inglés y americano por la música india. Una corriente que atrapó primero a George Harrison.
Shankar ya era un músico respetado, autor de obras de Bollywood, de partituras para ballet clásico y de algunos discos de estudio, cuando, tras una fallida experiencia en la Unión Soviética, decidió recorrer Occidente dando a conocer la música india al gran público. Un pionero de la World Music que diríamos ahora. Antes de seguir, escucha al maestro del sitar tocando en Woodstock mientras los jipis alucinan. Era 1969 y todos eran (éramos) más soñadores.



Shankar fue influyente en los Beatles antes de verlos en persona. Harrison dice que ya le llamó la atención la música del subcontinente mientras grababan la película Help!, de 1965, que arranca en un restaurante hindú en el que toca una banda típica. Pero fue durante la segunda gira americana de los cuatro de Liverpool cuando los Byrds (la banda californiana a la que se consideraba los Beatles americanos) hablaron a Harrison de Shankar y le animaron a conocer sus sonidos. El consejo dio un vuelco al rumbo que llevaba la música contemporánea antes de pisar la tierra que baña el Ganges. Repasaremos la huella india en varias obras maestras de los Beatles y otras bandas.

 
Lo cierto es que tras la gira americana, George se esmeró con esa especie de guitarra de muchísimas cuerdas que compró en la gira americana, y la tocó por primera vez en el precioso tema de John Norwegian wood. Era la etapa de Rubber Soul, el disco que abre una trilogía mágica, justo cuando la creatividad desbordaba a los Beatles y les empujaba e dar un giro a su estilo hasta entonces centrada en un pop amable que no asumía grandes riesgos. Así que se atrevieron a explorar nuevas fronteras y dieron lugar a la época más fecunda de la década más fecunda en música. (Acababan de conocer también a Dylan, por cierto, pero de eso escribiré otro día). Sonaba así, y entonces no se hacían vídeos, ya lo sabéis.



Otras bandas de la época hicieron sus pinitos con los sonidos indios. Era el raga rock, del que escribe un documentado post de Nona Rubio en el blog de la Sociedad Geográfica de Indias. Los propios Byrds, The Yarbirds, The Doors y The Rolling Stones siguieron el embrujo indio. Por ejemplo en este maravilloso Paint it black de los Stones, uno de sus mejores temas, grabado antes de que muriera el genial Brian Jones, el que empuña el sitar:




Volvamos a Ravi. Así que el maestro indio era un tipo influyente antes de conocer a los Beatles. Como cuenta Diego Manrique en El País, en el salto de Shankar a la fama global "el publicista fue George Harrison, el más insatisfecho de The Beatles. Puede que siguiera la pista de los californianos Byrds pero Harrison tuvo un acceso privilegiado al maestro: en compañía de Ali Abkar, ofreció un concierto privado para John Lennon, Ringo Starr y el propio George. En 1966, Shankar le dio clases, advirtiéndole que no eran más que rudimentos, que el verdadero dominio del sitar requería años de estudio. El discípulo no estaba tan comprometido pero sí aceptó los consejos de Ravi para internarse en las creencias hinduistas".
En ABC escribe sobre ese encuentro Pablo Pita: "Ambos músicos se conocieron por fin en Londres en 1966. Ravi Shankar, que en ese momento no era ningún chaval, tenía ya 46 años, ha reconocido que el interés de los músicos de pop le produjo al principio una gran confusión (de hecho, llego a manifestar su malestar por verse de repente rodeado de hippys y drogradictos), pero reconocía el enorme interés que puso George por aprender. Ahí comenzó una larga amistad y colaboración que duró hasta el final e la vida de George".
En el siguiente disco, en Revolver, para muchos el mejor de la historia (en dura competencia con Sgt. Pepper, vale), los Beatles se atreven a absorber con menos timidez la influencia india. Y aparece este Love you to de George Harrison, que verdaderamente suena, huele y sabe como el Ganges de principio a fin. Maravilloso.



Y una tercera joya con sitar aparece en Sgt. Peppers, de 1967, y es este Within you without you. De George, claro, de quién iba a ser, del Beatle místico.



Y la menos conocida de las piezas con sitar de los Beatles es este The inner light, preciosamente psicodélico, una joya muy esconcida, que por desgracia no aparece en otro disco que la cara B del single Lady Madonna, de 1968. Se merecía más primer plano, pero aquí está.



Fue ese año,1968, cuando tras investigar los sonidos del subcontinente los Beatles se decidieron a pisar la India de verdad. Tan de verdad que quisieron probar la meditación trascendental y empaparse de espiritualidad hindú. Eran momentos de desorientación, tras la repentina muerte de su mánager, Brian Epstein. Fue en febrero cuando emprendieron el viaje a las faldas del Himalaya de la mano de un estrafalario santón  llamado Maharasi Mahesh Yogi, a quien habían seguido en sus conferencias en Gales.
En este documentado post de Beatles Magazine, se cuenta con detalle. "El 16 de febrero de 1967 viajaron a Rishikesh. John y Cynthia Lennon, George y Patti Harrison, Paul McCartney, Jane Asher, Ringo, Maureen Starkey, Jenny Boyd (cuñada de George), el cantautor escocés Donovan, Mal Evans, el Beach Boy Mike Love, el músico de jazz Paul Horn, la actriz Mia Farrow, su hermana Prudence, su hermano John y otros más. Al décimo día, Ringo y Maureen volvieron a Londres. Paul y Jane duraron seis meses. John y George eran los únicos que permanecieron".
Estaba claro para entonces que el yogi estaba aprovechándose de la fama mundial de los Beatles en su beneficio, también económico. Pero John y George resistían allí buscando respuestas. "El ídolo finalmente se derrumbó cuando, en Rishikesh, el Maharishi se portó demasiado afectuoso en privado con Farrow, abrazándola después de una sesión privada de meditación, lo que horrorizó a la joven, que salió huyendo de las instalaciones del Maharishi (y así lo cuenta en su autobiografía la propia Farrow, pese a los intentos de los adeptos del Maharishi de negar el incidente). Los Beatles rompieron con el Maharishi. Cuando éste les preguntó por qué, Lennon le contestó: 'Si eres tan cósmico, sabrás por qué". (aquí el post que firma Lovely Rita en ese recomendado blog). Finalmente todos los Beatles se sintieron engañados. No se les vio otra vez vestidos así.
Pero esa estancia en la India había sido muy fecunda desde el punto de vista de la composición.
En este otro post, Nona Rubio habla de las canciones que compusieron allí y que luego formaron el álbum blanco. Curiosamente, no hay en el ese disco doble sonido de sitar alguno ni sonidos exóticos, sino un regreso a las bases del rock, extraña consecuencia de un viaje que, como todos, se hizo para que se encontraron consigo mismos.
Una de las piezas compuestas en India es este maravilloso Dear Prudence de John, que se basa en un solo acorde, hipnótica pero menos psicodélica que anteriores creaciones bajo influencia india. Dedicado, ya han leído su nombre, a la hermana de Mia Farrow. La BBC cuenta aquí el regreso de Prudence Farrow, la musa, a India. "India ha cambiado mucho desde que vinimos", dice. Con quien mejor se entendía Prudence era con George, con quien conectaba en el misticismo. Pero el temazo se lo hizo John.




Es más importante, queda claro, la huella en los Beatles de Ravi Shankar que la del estrafalario Maharishi. Cuando se rompen la banda, George es de los primeros en dar un paso al frente con proyectos ambiciosos. El final de la banda lo encontró cuando mayor era su aportación, liberado de complejos tras demostrar su talento como compositor. En el Madison Square Garden neoyorquino, George organizó un concierto benéfico por Bangladesh, país independizado precariamente y que vivió terribles matanzas en estos años. Era primer concierto buenrollista de este tipo. Estaba con Bob Dylan, Eric Clapton, Billy Preston y Leon Russell, una formación de lujo. Y claro, Ravi Shankar. La anécdota es famosa: Ravi fue ovacionado tras interpretar lo que parecía una pieza breve. "Si les ha gustado tanto la afinación, espero que disfruten aún más del concierto", dijo con sorna. (Puedes leer la historia, en inglés y contada desde el subcontinente, en este post de Vir Sanghvi en un blog del Hindustan Times).




Concluye Manrique sobre Ravi Shankar: "Ningún otro músico clásico tuvo tanta influencia en la evolución del pop. Es posible que Segovia despertara idéntica veneración entre los guitarristas de los sesenta pero don Andrés no se mezcló con los melenudos. Ravi lo hizo, aún a sabiendas del riesgo de trivialización" (aquí su artículo completo). El bloguero indio Vir Sanghvi lo tiene más claro: "Él nos hizo sentirnos orgullosos de nosotros mismos y de nuestras tradiciones. En el proceso fue un ídolo para millones de personas e incluso, como demostró Bangladesh, influyó en la política exterior".
La influencia india no duró mucho más en los 70, aunque influyó en muchas figuras del rock progresivo. Este Kashmir de Led Zeppelin tiene indiscutibles toques orientales, aunque la escribieron en Marruecos.



Luego vino el punk, el reagge (otro ritmo exótico triunfador, este del Caribe), la new wave, el grunje. No queda demasiado rastro de los sitares en la música occidental actual, pese a esa fusión con que se etiqueta todo. La figura india más conocida (y superventas) es A. R Rahman, autor de música para Bollywood y colaborador de proyectos curiosos como Superheavy, una superbanda muy mestiza que formó con Mick Jagger y Damian Marley, hijo de Bob, entre otras figuras.




Nada en los sonidos de Bollywood nos impregna de espiritualidad como aquello sitares de los 60. Pero aún hay sitar, sí. La otra hija de Ravi, Anouschka Shankar, trata de mantener alto el prestigio familiar y domina el sitar como quien nació con uno entre las manos. También es directora de orquesta y figura muy respetada en circuitos cultos. La vimos en 2002 en un concierto de homenaje a George. Aquí puedes verla con el mismísimo Eric Clapton, que trata de sonar indio también.




Qué tiempos aquellos, cuando los Beatles se fascinaron con India antes incluso de pisarla. Terminamos recordando ese momento en que los Byrds persuadieron a George Harrison a zambullirse en la música india, y eran los californianos los primeros que hicieron una canción en la que parecía sonar un sitar, aunque en realidad era una guitarra. Se llamaba Why y se considera la primera pieza del raga rock de ese año 1966 que tantas alegrías musicales nos dio. Buen consejo el vuestro, amigos. Paz y buen karma.


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