Otra de rock psicodélico, oiga, que estamos a la última. Os hemos escrito de los australianos Tame Impala y de los californianos Foxygen, bandas que evocan sonidos de la segunda mitad de los sesenta, batidoras de influencias de los que eran los más grandes en la etapa más interesante de la música en mucho tiempo. Así que a estas alturas del siglo XXI seguimos dando vueltas a los sonidos exóticos y lisérgicos de Revolver o Sgt Pepper's, será que desde entonces no se ha hecho nada mejor. Buscando una atmósfera, llevándonos de viaje, como le gustaba a aquellos hippies en esos años ingenuos.
Al grano: desde Northamtonshire, al norte de Londres, nos llegan Temples, unos principiantes que están arrasando con su primer álbum, Sun structures, publicado en febrero de este año, calentito que nos llega. Así suena su tema más conocido, de los que nos pone en la radio Jesús Gallego en la SER, este Shelter song.
No tenemos mucho que contar de estos jovenzuelos: eran un dúo (el líder James Edward Bagshaw, con experiencia previa en The Moons, y el bajista Thomas Edison Warmsley) que empezaron a grabar temas y subír vídeos a Youtube en 2012, y que luego reclutaron al batería Sam Toms y al teclista Adam Smith para ser una banda de verdad. Han fascinado a Noel Gallagher, otro asiduo de este blog, que criticó que la BBC no emitieran sus temas. "Hay grandes álbumes este año pero no los van a oír en la radio", dijo el ex Oasis en apoyo de este y otros jóvenes grupos británicos.
jueves, 17 de abril de 2014
sábado, 12 de abril de 2014
Duelo por el trono del blues-rock: lo nuevo de Jack White y de The Black Keys
Hoy tenemos que celebrar el regreso, con nuevo material, de dos nombres muy grandes del panorama musical actual, condenados a competir en lo más alto por un público de similar sensibilidad donde nos contamos con entusiasmo. Jack White y The Black Keys, el señor Blanco y las teclas negras, son dos nombres enormes de nuestro tiempo, de los que nos han permitido rebatir en los últimos años la supuesta decadencia del género guitarrero. La irresistible tentación de compararlos arranca desde los primeros años 2000, cuando ambos nacieron como dúos de guitarra y batería, ambos en el Medio Este americano (de Detroit y de Ohio), claramente con influencias comunes, entre el garaje y el blues. Parece que en su pique personal por el trono del blues-rock se cruzan elementos personales, pero los trapos sucios los dejamos para el final, que lo nuestro es su arte sacado a la luz. Así que demos la bienvenida a sus nuevos y prometedores trabajos. Vayamos por partes, como diría otro Jack, el Destripador.
viernes, 4 de abril de 2014
Lennon, en el diván frente a sus traumas
El genio de John Lennon
tenía mucho que ver con sus traumas. Él era consciente de que el
talento, en su caso, no brotaba de la felicidad sino de la rabia. Del
niño abandonado por sus padres al joven desbordado por una fama
meteórica, del hombre agresivo al activista por la paz, de su primer
matrimonio precipitado y secreto a una relación hipermediática con Yoko Ono, marcado por muertes repentinas y adicciones, el primero de los Beatles apenas conoció la placidez casi hasta el final de su vida, truncada por un chiflado pistolero en 1980.
Hubo un largo paréntesis en ese frenésí, nada menos que un lustro como supuesto amo de casa. En 1975 Lennon cortó en seco su carrera y su presencia mediática. Se recluyó con Yoko y su hijo Sean en su piso del edificio Dakota, frente al Central Park de Nueva York. Quería dedicarse a los suyos por primera vez tras una vida de familias rotas. Es a ese Lennon entre los 35 y los 40 años al que el escritor David Foenkinos (París, 1974) ha sentado en el diván de un psicólogo para repasar sus recuerdos. Sus fantasmas. “Nunca dejé de escapar de mí mismo”, pone en su boca. Lennon (Alfaguara) es una novela, pero no es ficción.
(Lee aquí el artículo completo en El País). Ilustración
de Sciammarella.
Hubo un largo paréntesis en ese frenésí, nada menos que un lustro como supuesto amo de casa. En 1975 Lennon cortó en seco su carrera y su presencia mediática. Se recluyó con Yoko y su hijo Sean en su piso del edificio Dakota, frente al Central Park de Nueva York. Quería dedicarse a los suyos por primera vez tras una vida de familias rotas. Es a ese Lennon entre los 35 y los 40 años al que el escritor David Foenkinos (París, 1974) ha sentado en el diván de un psicólogo para repasar sus recuerdos. Sus fantasmas. “Nunca dejé de escapar de mí mismo”, pone en su boca. Lennon (Alfaguara) es una novela, pero no es ficción.
(Lee aquí el artículo completo en El País). Ilustración
de Sciammarella.
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