sábado, 2 de abril de 2011

Nunca vimos nada igual: el apabullante muro de Roger Waters en el Palacio

Todavía estamos impactados. Ya os contamos que íbamos a estar allí, en el fabuloso montaje de The Wall que Roger Waters ha retomado 30 años después de publicarse el inmortal álbum de Pink Floyd. No nos pasó solo a nosotros. Así dice la crónica de Rolling Stone: "Imposible transcribir, mientras se está viviendo, el bombardeo sensorial al que están sometidos los espectadores de este espectáculo (llamarlo concierto, simplemente, se queda corto). The Wall es el acontecimiento de mayor producción que se haya visto nunca en un pabellón". Impactante era todo: el decorado, las proyecciones, los alucinantes dibujos de Gerald Scarfe, un sonido claro y contundente y, me llamó la atención, la voz de Waters en muy buena forma a sus 67 años (dicen que dio clases de canto intensamente para ello).


Concebida como una ópera rock en 1979, compuesta casi íntegramente por Waters en solitario, The Wall fue el culmen de una década dominada por el rock progresivo de los Floyd, Led Zeppelin o Genesis, alguno dirá que el canto del cisne de ese movimiento. Les salió un disco superventas y una película exitosa (de 1982), pero en su día la gira fue un pequeño fracaso. Con ambición de tour mundial, solo hubo 31 conciertos en cuatro ciudades (Los Ángeles, Nueva York, Londres y Dortmund) porque no encajaba en los presupuestos y posibilidades tecnológicas de la época. Con la única excepción del concierto de Berlín en 1990 que pilotó Waters con motivo de la caída del verdadero muro, el que dividía Europa, hasta esta gira que arrancó hace unos meses The Wall no ha vuelto a impresionar al público en directo. Y vaya si está logrado el espectáculo. Buscando un testimonio filmado, porque nosotros estábamos lejos y bajos de batería, he encontrado este interesante vídeo que muestra el ambiente previo y el arranque del concierto el sábado 26 en el Palacio de los Deportes de Madrid, en una tarde lluviosa, grabado por BackpackdaveFloyd, un superfan canadiense (de Victoria) que acompaña a Waters por todas las ciudades, que está siempre en primera fila, que graba con bastante calidad y lo cuelga todo. (Aviso: estos vídeos utilizan flash y no podrán abrirse en iPad o iPhone, en ese caso podéis verlos directamente en su lista de reproducción en Youtube pero no pincharlos aquí). Aquella tarde de lluvia, decía, no se podía estar mejor en otro sitio, ¿verdad? Pues estábamos, el canadiense y nosotros (sin Irene, que es pequeña para esto, pero con Guille pasmado y nuestros amigos Sylwia y Pablo).



Waters dejó al público boquiabierto durante casi tres horas de fantasía para los cinco sentidos. La solvencia de su banda y el cuidado sonido hizo que no echáramos tanto de menos a los demás Pink Floyd, salvo como mucho la voz de Gilmour en algún capítulo (ojo: se anunció que Gilmour acompañaría a Waters en algún momento de esta gira, pero en Madrid no fue). Tiene mérito el buen sonido (en algún momento oí algo de eco en las gradas altas, no todo es perfecto) porque, mientras el resto de la banda se ha mantenido en activo, Waters estuvo en una especie de retiro dorado durante dos décadas que duró hasta 1999, cuando volvió a los escenarios. Llegó después el reencuentro de la banda en el megafestival Live 8 de 2005, y después una gira monográfica en que interpretaba de un tirón The Dark Side of the Moon. A diferencia de un concierto convencional, en que lo mejor se deja para el final y los bises, interpretar un álbum en directo ofrece las canciones más inmortales al principio, y para el público es más absorbente: se siente mucho mejor el espíritu con que se creó la obra que en un popurrí de éxitos. Así que, como quien dice, acabábamos de sentarnos y ya había que corear We don't need no education.



Durante la primera parte se va construyendo el muro en el escenario, que está completo en el intermedio. Durante la segunda parte, la tapia deja detrás a los músicos y las proyecciones toman el protagonismo, pero de vez en cuando se asoman o se abre algún agujero para que les veamos. En este fragmento interpretan tras los ladrillos Vera y Bring the Boys Back Home.



El final es lo más operístico: The Trial, el juicio en el que Pink (el atormentado personaje que tiene algo de Barrett y algo de autobiográfico) es sentencido por loco, pero logra liberarse al derribar el muro que él mismo había levantado a su alrededor y ya le estaba aislando. Los fantásticos dibujos de Scarfe recrean un universo interior asfixiante del protagonista, crecientemente presionado hasta que el muro entero se viene abajo entre la apoteosis del público.



Tremendo, ¿verdad? Lo único parecido a un bis es este Outside the Wall en que Rogers nos sorprendió arrancándose con la trompeta. Ovación, dos orejas y rabo.



En fin, que terminó el evento y tardamos un rato en poder pronunciar palabra, impresionados por lo allí vivido. Y ¿qué dijo la prensa? Me gustó esta crónica de Diario Crítico: "Éranse una vez 73 metros de muro. Y en ellos, todas las injusticias, todas las opresiones, todos los miedos, todos los horrores, todas las penalidades que el ser humano nos vertemos sobre nosotros mismos. Los sistemas y regímenes que nosotros creamos y por los que culpamos al de arriba o al de abajo. Los odios que creamos hacia nuestros hermanos y los males que provocamos para ellos. Todo estuvo en el muro". Manuel Cuéllar escribió en El País: "Anoche acabó una espera de treinta años para ver y disfrutar en directo The Wall, y el resultado fue algo más allá de lo espectacular. Para empezar por el sonido que pudo escucharse anoche en un abarrotadisimo Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Recordaba casi al de una sala de cine con un estereo en 5.1 surround como no se había oído jamás en este recinto en un macroconcierto de rock. Los duelos de guitarras eléctricas sonaban limpísimos y furiosos. La voz de Roger Waters con una dicción perfecta y los efectos y grabaciones resultaron de un realismo casi increíble". El periodista compara la fracasada gira de 1980/81 con la actual: "Aquello que se puede considerar como el principio de las macroproducciones destinadas a sorprender al público de rock en los grandes estadios supuso un desastre económico para Pink Floyd, que midió mal sus fuerzas y finalmente tuvo que suspender aquella gira que estuvo al borde de dejarles en la banca rota. Anoche Waters recuperó el sueño/pesadilla con una mención cum laude, más que con un sobresaliente alto. En Rolling Stone se recrean ensalzando lo imponente del espectáculo: "Rivaliza con los espectáculos de estadio de U2 y los Rolling Stones pero, al ser en un recinto a cubierto, su escala parece todavía mayor. Sus marionetas y muñecos ensombrecen a la mítica Rosie hinchable de los directos de AC/DC; su despliegue pirotécnico no tiene nada que envidiar al de los conciertos de Kiss; el jabalí volador que se pasea por los cielos del Palacio produce el mismo asombro que el platillo volante de Muse; las proyecciones no tienen parangón. Cuando, en el primer minuto, ves un avión estrellándose contra el muro, te queda claro que The Wall se ha concebido para aturdir todos tus sentidos". Si todavía os habéis quedado con ganas de más, aquí enlazamos el reportaje que con motivo de la venida del muro a Madrid y Barcelona hizo Informe Semanal de TVE. Gracias, Waters y compañía, por haber creado esta maravilla y traerla a nuestra casa. Y gracias, BackpackdaveFloyd, tú que vas por el mundo filmando el muro y nos has regalado estos vídeos. Todos recordaremos esta noche mágica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario