Iniciamos esta entrada conmocionados por la pérdida de Whitney Houston, otra grandísima voz que se ha ido, con solo 48 años, después de una vida de éxitos y fracasos, de tocar cumbre y tocar fondo, de ser número uno y de ser abucheada por su público. Le cayeron muchos palos, porque tendía a juntarse con malas compañías y no supo cuidar de sí misma. Pero nadie olvidará esa voz maravillosa.
Como ha escrito Fernando Navarro en El País, "hubo un tiempo en que Whitney Houston fue la gran estrella del pop mundial, allanando el camino a las
actuales divas del pop comercial, que hacen pasar un espectáculo de
luces y contoneos por R&B y soul bailables. Porque sin Whitney
Houston, seguramente, no se pueda entender las cimas millonarias que han
conquistado la propia Beyoncé o Mariah Carey, entre otras".
"A diferencia de las supermodelos del pop actual, tan explosivas en el
muslo y el fogonazo, basó su fulgurante éxito en su voz, la mejor de sus
armas para dulcificar el góspel que llevaba dentro y vestirlo para
todos los públicos con su ropaje pop", escribe Navarro.
Aquí no queremos recordar sus trapos sucios, que ya os resume la
prensa, sino que nos vamos a quedar solo con ese sonido delicado y maravilloso que nos ha puesto la
piel de gallina desde los años 80. Ella y este tema inmortal, I will
always love you, estarán en la historia de la música. En nuestra banda sonora familiar, desde luego, van a perdurar mucho tiempo.
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